LAS MENTIRAS DE LA DOLARIZACION

 

Rómulo Sánchez

El debate sobre la dolarización continúa vigente en los países de América Latina, y últimamente en los países centroamericanos. El inminente riesgo de un enfriamiento de la economía estadounidense, plantea la necesidad de reflexionar sobre esta temática. La idea de dolarizar la economía se ha vuelto popular en Nicaragua.

Los sistemas monetarios paralelos se instauran por primera vez en 1849; se dice que Keynes lo estableció en el norte de Rusia en 1918. En América se señala a Panamá como el primer país en adoptar el dólar, sin embargo, esto no ha hecho a Panamá un país desarrollado, sino de especulación. En la década pasada, se crearon sistemas de conversión en Argentina, Estonia, Lituania, Bulgaria y Bosnia. Además se establecieron sistemas monetarios paralelos con monedas extranjeras, de curso legal en Kosovo, Timor Oriental y Montenegro; este último, asumió el marco alemán. Ecuador adopta el dólar como una medida desesperada para salir de la crisis económica. Argentina se ha vuelto demasiado caro para vivir. El Salvador ha sido el otro país que ha apostado a un sistema monetario paralelo y se han creado algunos trastornos. Costa Rica y Guatemala acarician también la idea de este proceso, para sus economías.

Cierto es que en el caso de Nicaragua, la economía está dolarizada de facto, excepto los salarios y sueldos, (congelados desde hace mucho) y para ello no se ha necesitado que el parlamento emita una ley. Es decir, la expresión en valor de los bienes se expresa no en córdobas, la moneda nacional, sino en dólares, la moneda «dura», del país del Norte.

Pareciera que con la globalización, la cuestión de la soberanía y la identidad nacional, resultan fraseologías huecas y anticuadas. Sin embargo, un proceso de esta naturaleza necesita ser técnicamente factible y políticamente viable. Sustituir el Córdoba por el Dólar, es concederle la soberanía en el uso de todas las herramientas macroeconómicas a la Reserva Federal de los Estados Unidos. Con ello se perdería toda flexibilidad en la política monetaria, la generación de empleo.

Con una economía en crisis, muchos insisten, como brujos, en que esta es la salida más adecuada para la «salvación económica del país». Mientras tanto, cuánta ilusión, cuánta utopía, los que difunden esa idea, deben darse cuenta que en última instancia lo que hace funcionar a un país, es si mantiene una economía sólida, creciente, que genera riqueza, que mantiene una moneda estable y no subrevaluada. Las devaluaciones son en la mayoría de los casos, un despojo legalizado, de los gobiernos a sus ciudadanos.

La dolarización podría evitar la devaluación, pero no evita la elevación de los precios, provocado por factores externos, también los precios de los bienes y servicios en dólares suben. De ahí que sea imprescindible el recuperar la credibilidad en el Córdoba. El sistema monetario en Nicaragua se rige por el dólar, y esto ha provocado complejidades en el sistema de transacciones.

Es evidente que en economía deben privar los argumentos técnicos, y no el voluntarismo y las soluciones fáciles. En Nicaragua se ganan córdobas y se compra y consume los bienes y servicios en dólares. La política monetaria drásticamente restrictiva ha desacelerado el crecimiento económico y ha hecho disminuir los niveles de inversión. Con ello se ha afectado aún más el nivel de vida de la población que sucumbe a diario entre la pobreza y la inanición.

Nicaragua sufre también una crisis de credibilidad, crisis de administración en el sistema financiero. Y aunque el vendaval de las quiebras bancarias (tres bancos en seis meses) haya pasado temporalmente, ha quedado una sensación de desconfianza. Un sistema bancario tan cuestionado, no puede ser el «administrador» de una eventual dolarización.

Definitivamente no es posible sobre bases vulnerables erigir una dolarización que resulte viable, la estabilidad macroeconómica es tan frágil y los déficits en la balanza comercial, de pagos, el déficit fiscal, la baja productividad, el endeudamiento interno y externo, así como la seguridad jurídica son serias limitantes. La dolarización no tiene «un efecto contagio», no nos hará vivir como en Estados Unidos, ni los salarios serán como los de esa economía. El dólar se ha fortalecido, con liderazgo tecnológico, disciplina fiscal, bajas tasas de interés, invirtiendo dentro y fuera, generando empleo, baja inflación, buena administración del patrimonio público y trabajo tesonero de nacionales e inmigrantes.

Además es una cuestión de realismo, la misma economía no tendría los recursos para realizar la tan propagada solución de la dolarización. Nuestras reservas están diezmadas y sólo alcanzan para 2 1/2 meses de importaciones, por el mal manejo del escenario y los ingredientes macroeconómicos. Es de dudar que las autoridades estadounidenses quieran asumir la responsabilidad de administrar y apadrinar economías precarias y deficitarias, aun cuando nuestro PIB sea insignificante si se compara con el valor de la economía de EEUU. Este proceso necesitaría del respaldo del FMI y ayuda considerable de los Estados Unidos. La dolarización podría ser una condición necesaria, pero no suficiente para sanear la economía nicaragüense y volverla eficaz y eficiente. Más conveniente sería seguir buscando la estabilidad macroeconómica y monetaria en nuestras condiciones.